Hay palabras que andan circulando por ahí cuya aplicación puede traerle penurias y malos ratos a todos quienes arden por dentro de pasión, pero, debido a esa misma causa, meten la pata. En esta ocasión les hablaré de una joya traída de la jaula de los leones: ‘avorazarse’.
De acuerdo al diccionario, ‘avorazarse’ tiene su orígen en ‘voraz’, lo que equivale a tener un apetito muy grande y ansioso. Esa misma fuente indica que esta palabra es de pura cepa latinoamericana, pues se la usa en El Salvador, Honduras y México.
La primera vez que escuché este término fue de boca del gran Cantinflas. Me parece que le aconsejaba a uno de sus amigos que no se “avorace” con una chica. Mario Moreno tenía y tiene mucha razón, pues mal acaban aquellas incursiones guiadas por las angustias masculinas.
Las reacciones pueden ser harto negativas de parte de la chica: rechazo; rechazo + asco si es que el avorazado tiene más litros de cerveza que sangre circulándole por sus venas; rechazo + asco + patada en las “partes nobles” del avorazado si es que la chica es seguidora de la filosofía de la muy vengativa Beatrix Kiddo, la heroína con “pocas pulgas” de la película ‘Kill Bill’; rechazo + asco + patada en las partes nobles del avorazado + más botellazo en su cabeza por parte de la mesera que pasaba por ahí y se decidió a ayudar en el castigo; etc.
La conclusión y la recomendación son obvias para todos esos hombres impetuosos y “cargosos” al mismo tiempo: respiren profundo, cuenten de 100 a 0 en reversa, pero, sobretodo, ¡no se avoracen!
E.M.A.
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