Estrategias no convencionales para aliviar un corazón roto (1)

Estimada clientela,

El amor llega pero al irse nos quedamos algo desconcertados y tristes, tal sino hubiera porvenir. Hacerle frente a la tormenta es difícil,  al punto que los consejos de los libros de autoayuda parecen palabrería inútil. En tales casos a veces conviene recordar lo que nuestros cercanos hicieron para aliviar su dolor…

Hace un par de días me encontré con un viejo amigo y me contó una anécdota de cuando era joven. Se había liado a fondo con una chica, pero la relación terminó y él estaba deprimido sin encontrar manera de serenarse.

Visitó a un amigo y se desbordó en lamentaciones  para narrar su drama. Él le escuchó y cuándo mi amigo se calmó un poco le  indicó que tome una brocha, un balde con pintura y le siga. Llegaron a una habitación de su casa y le  explicó que podía quedarse a llorar ahí todo lo que quiera con una condición: que pinte las paredes.

Aunque al principio mi amigo creyó que se trataba de una idea absurda, al final accedió. Lloró con amargura y pintó por un par de horas; el dolor, para su asombro, se comenzó a disipar. Le dio unos brochazos más a la pared y  tranquilo se fue a su casa.

Por hilarante que parezca, esta anécdota contiene una verdad sencilla: a veces los delirios del corazón y la cabeza se pueden sosegar efectuando tareas domésticas y elementales como barrer o lavar los platos. En cambio, sí que es pernicioso botarse a la cama a martirizarse con recuerdos o ir a una cantina a dejar el hígado como una coladera  escuchando 1500 veces esa canción que te recuerda a tu x.  

Manos la obra entonces!

Con afecto,

E.M.A.