Este es un vicio muy común en nuestras sociedades latinas. Es cierto que hay que tener una conversación interesante, sentido del humor y la capacidad para tratar sobre diversos temas, pero eso no quiere decir que hay que ametrallar a la chica con un torrente interminable de palabras. Queridos clientes de mi mecánica: no se consuman la garganta convirtiéndose en “cabezas parlantes”, personajes insoportables que no hilan ideas y causan angustia a su indefensa víctima; recuerden que los silencios también comunican…¡y mucho!
Deja una respuesta