Desde la ventanilla del bus alcanzo a mirar un anunció que reza “Hotel las ruinas”. La fachada del edificio tiene pintados templos mayas que le dan una apariencia retro indiscutible. Conociendo la fascinación que tenían los amigos mayas con los sacrificios humanos, se me hace que no quiero hospedarme en el pent-house del referido hotel, donde seguramente el administrador atesora su Chac Mool (para los lectores no familiarizados con los ritos mayas, se trata del altar de sacrificios) porque todavía abrigo el deseo de que la cabeza de este servidor de ustedes, E.M.A., permanezca unida al pescuezo de este servidor de ustedes, es decir, E.M.A.